lunes, mayo 04, 2009

El aula, ese principio

Imagen de la Escuela Número 1048 de Garabato, Santa Fe.

La siguiente poesía la escribió Miguel Sánchez Robles. Se trata de una búsqueda, de un retrato de un principio imprescindible: la educación, el aula.

Formados los deseos a menudo en el vicio
miraba sin bondad por la ventana
la extensa confusión de tierra roja.
oscilando profunda su lisura
y todo era un elogio silencioso,
un socavón de miel inexpresivo.

Tardes exactas de sabor a metal.
Un puntapié verbal rompía el silencio.
El lápiz circulaba libremente en los ángulos
y acechaban dibujos en los cronos.
Allí estaban los niños de sonrisa impecable
y gestos imprecisos por las bancas más últimas.

Voces aglomeradas hilvanando la tarde.

Moría el otoño a ráfagas
con aves elegantes ovillando bravura
entre los aires dulces del cerezo.

Tardes de olor a tiza,
trajines vanidosos de gramática,
la pizarra encendida con los números,
la h intercalada,
el adverbio de tiempo
y un balbuceo de ojos sin destinos concretos.
Tardes gemelas en mínimos sucesos
tentando la discordia de ingenuo corazón embelesado
para intuir historias de preámbulos lentos
o incómodos latidos de desidia pequeña.

Libros abiertos y alfileres de tinta,
novenos menesteres de academia,
el álbum salpicado de flores arrugadas,
modesto caos de manos,
soñar sobre soñado
y una traviesa inclinación al devaneo.