lunes, marzo 21, 2011

Un nuevo camino


A partir de este año comenzaremos con un nuevo desafío en cuanto al padrinazgo. Cambiaremos de Escuela Rural: nos trasladaremos a una más grande (con 103 alumnos) ubicada en San Joaquín, cerca de San Javier, en el corazón de Santa Fe. Se trata de la Escuela Número 6312, Juan XXIII.
En la memoria y para siempre nos quedarán los proyectos y los momentos compartidos con todos los chicos y los docentes de la Escuela Número 1048 de Garabato, Santa Fe. Fue un precioso recorrido y un motivo de orgullo para todos los que en el principio de 2006 comenzamos con esta búsqueda. Ahora, vamos a recorrer este nuevo camino...

viernes, marzo 18, 2011

Moralejas y mensajes de Fukushima


Por Brahma Chellaney*, para El País de Madrid
Los problemas de la central nuclear de Fukushima -y de otros reactores- en el noroeste de Japón han asestado un duro golpe a la industria nuclear mundial, poderoso cartel de menos de una docena de importantes empresas de propiedad u orientación estatal que han estado pregonando un renacimiento de la energía nuclear.

Pero ya se conocen perfectamente los riesgos que corren los reactores costeros, como el de Fukushima, a consecuencia de desastres naturales. De hecho, resultaron evidentes hace seis años, cuando el maremoto habido en el océano Índico en diciembre de 2004 inundó el segundo complejo nuclear en importancia de India, con lo que quedó desconectada la central eléctrica de Madrás.

Muchas centrales nucleares están situadas a lo largo de las costas, porque en ellas se utiliza una gran cantidad de agua. Sin embargo, desastres naturales como las tormentas, los huracanes y los maremotos están resultando más frecuentes a causa del cambio climático, que también causará una elevación del nivel de los océanos, con lo que los reactores costeros resultarán aún más vulnerables.

Por ejemplo, muchas centrales nucleares situadas a lo largo de la costa británica están a tan solo unos metros por encima del nivel del mar. En 1992, el huracán Andrew causó importantes daños en la central nuclear de Turkey Point, en la bahía de Biscayne (Florida), pero no así, por fortuna, a ninguno de los sistemas decisivos para su funcionamiento.

Todos los generadores de energía, incluidas las centrales alimentadas con carbón o gas, requieren grandes cantidades de recursos hídricos, pero la energía nuclear más aún. Los reactores de agua ligera, como los de Fukushima, que utilizan el agua como refrigerante primordial, son los que producen la mayor parte de la energía nuclear. Las enormes cantidades de agua local que dichos reactores consumen para sus operaciones pasan a ser corrientes de agua caliente, que se bombean a los ríos, los lagos y los océanos.

Como los reactores situados en zonas del interior ejercen una grave presión sobre los recursos de agua dulce, incluidos daños mayores a la vida vegetal y a los peces, los países que tienen litoral y padecen escasez de agua procuran buscar emplazamientos costeros adecuados, pero, ya tengan o no litoral, la energía nuclear es vulnerable a los probables efectos del cambio climático.

A medida que el calentamiento planetario provoque un aumento de las temperaturas medias y del nivel de los océanos, los reactores situados en el interior contribuirán cada vez más a la escasez de agua y resultarán afectados por ella. Durante la ola de calor sin precedentes de 2003 en Francia, hubo que reducir o detener las operaciones en 17 reactores nucleares comerciales a causa del rápido aumento de las temperaturas de los ríos y los lagos. En julio de 2006, hubo que desconectar el reactor de Santa María de Garoña (España) durante una semana, después de que se registraran altas temperaturas en el río Ebro.

Así, pues, las propias condiciones que en 2003 y 2006 impidieron a la industria nuclear suministrar toda la energía necesaria en Europa fueron, paradójicamente, las que crearon una demanda máxima de electricidad a causa de un aumento de la utilización del aire acondicionado.

De hecho, durante la ola de calor de 2003, Électricité de France, que tiene 58 reactores en funcionamiento -la mayoría de ellos en ríos ecológicamente delicados, como el Loira- se vio obligada a comprar electricidad a los países vecinos en el mercado europeo al contado. EDF, empresa de propiedad estatal que normalmente exporta electricidad, acabó pagándola a un precio 10 veces mayor, con un coste financiero de 300 millones de euros.

Asimismo, aunque la ola de calor europea de 2006 fue menos intensa, los problemas de agua y calor obligaron a España, Alemania y Francia a desconectar algunas centrales nucleares y reducir las operaciones de otras. En 2006 las empresas propietarias de centrales nucleares de Europa occidental consiguieron también exenciones para incumplir la reglamentación que les habría impedido descargar agua recalentada en los ecosistemas naturales, lo que afectó a la pesca.

Francia gusta de exhibir su industria de energía nuclear, que suministra el 78% de la electricidad del país, pero la intensidad del consumo de agua de dicha industria es tal, que EDF retira todos los años 19.000 millones de metros cúbicos de agua de los ríos y lagos, es decir, la mitad, aproximadamente, del consumo total de agua dulce de Francia. La escasez de agua dulce es una amenaza internacional cada vez mayor y la inmensa mayoría de los países no están en condiciones de aprobar el emplazamiento en el interior de semejantes sistemas energéticos que hacen un consumo tan elevado de agua.

Las centrales nucleares situadas junto al mar no afrontan problemas similares en situaciones de calor, porque el agua de los océanos no se calienta ni mucho menos con la misma rapidez que la de los ríos o los lagos y, al contar con el agua del mar, no provocan escasez de agua dulce, pero, como han demostrado los reactores del Japón, las centrales nucleares costeras afrontan peligros más graves.

Cuando el núcleo del reactor de Madrás resultó afectado por el maremoto del océano Índico, se pudo mantenerlo a salvo desconectado, porque se había tenido la previsión de instalar los sistemas eléctricos en un terreno más alto que la propia central y, a diferencia de lo ocurrido en Fukushima, que recibió un impacto directo, la central de Madrás estaba alejada del epicentro del terremoto que desencadenó el maremoto.

El dilema fundamental de la energía nuclear en un mundo cada vez más afectado por la escasez de agua es el de que necesita enormes cantidades de agua y, sin embargo, es vulnerable ante el agua y, decenios después de que Lewis L. Strauss, el presidente del Organismo de Energía Atómica de Estados Unidos, afirmara que la energía nuclear llegaría a ser "demasiado barata para medirla con contador", la industria nuclear sigue subsistiendo en todas partes gracias a muníficas subvenciones estatales.

Aunque el atractivo de la energía nuclear ha disminuido considerablemente en Occidente, ha aumentado entre los llamados "recién llegados nucleares", con el acompañamiento de nuevas amenazas, incluida la preocupación por la proliferación de armas nucleares. Además, cuando casi dos quintas partes de la población mundial viven a menos de 100 kilómetros de una costa, ya no resulta fácil encontrar emplazamientos costeros adecuados para iniciar o ampliar un programa de energía nuclear.

Es probable que lo sucedido en Fukushima afecte irremisiblemente a la energía nuclear de forma similar al accidente en la central de Three Mile Island en Pensilvania en 1979, por no hablar de la fusión, mucho más grave, del reactor de Chernóbil en 1986. Sin embargo, a juzgar por lo sucedido después de aquellos accidentes, los defensores de la energía nuclear acabarán volviendo a la carga.

*Brahma Chellaney, profesor de Estudios Estratégicos en el Centro de Investigaciones Políticas de Nueva Delhi, es autor, entre otros libros, de Asian juggernaut: The rise of China, India and Japon (El coloso asiático. El ascenso de China, India y Japón), publicado por Harpers Paperbacks en 2010, y Water: Asia's new battlefield (El agua, nuevo campo de batalla de Asia), publicado por la Georgetown University Press en 2011. © Project Syndicate, 2011. Traducido del inglés por Carlos Manzano.

jueves, marzo 03, 2011

Seamos naturales...


Afiche de Greenpeace. Una búsqueda en nombre de algo mejor: alimentos naturales.

martes, marzo 01, 2011

Se reglamentó la Ley de Glaciares


Greenpeace, la Fundación Ambiente y Recursos Naturales, Amigos de la Tierra Argentina y la Asociación Argentina de Abogados Ambientalistas reconocieron como un primer paso la reglamentación de la Ley de Glaciares, pero advirtieron que no se establece cuáles son las áreas prioritarias a inventariar, en las que deben realizarse auditorías a emprendimientos mineros para evaluar si existen impactos sobre glaciares y áreas periglaciares.

Las organizaciones ambientalistas reconocieron como un primer paso que se reglamente la norma, pero señalaron que la misma “no define uno de los principales aspectos que se requieren para su efectiva implementación: la definición de las áreas prioritarias en las cuales debería iniciarse de inmediato el Inventario Nacional de Glaciares, ya que en dichas áreas se encuentran en ejecución actividades prohibidas, como la minería”. Esto alcanzaría diversos emprendimientos, entre ellos, Veladero y Pascua Lama (San Juan).

Los ambientalistas afirmaron que si bien la reglamentación realiza una división por cuencas y sub-cuencas de la Cordillera de los Andes y expresa una metodología de estudio de las mismas, “no establece un cronograma para la realización del inventario, ni tampoco fija las áreas que según la norma deben ser inventariadas antes de abril, incumpliendo el artículo 15 de la ley sancionada” (1)

Las organizaciones denunciaron que “se está demorando la revisión de obras y actividades que actualmente están en ejecución y pueden estar afectando las áreas glaciares y periglaciales que deben inventariarse durante el verano. Si no se realiza el inventario en época estival se corre el riesgo de retrasarlo un año más.”

Asimismo, se destaca como un aspecto negativo que la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación no haya convocado a un proceso participativo para la reglamentación de la ley, al no aplicar el Decreto N° 1172/03 que establece herramientas específicas de participación ciudadana en la elaboración de normas y la toma de decisiones públicas. Un proceso participativo podría haber evitado el dictado de una reglamentacion deficitaria en su contenido y alcances, que no garantiza la suficiente protección de nuestros glaciares de actividades que hoy los estan perjudicando.

(1) -ARTÍCULO 15.- Disposición transitoria. En un plazo máximo de sesenta (60) días a partir de la sanción de la presente ley, el IANIGLA presentará a la autoridad nacional de aplicación un cronograma para la ejecución del inventario, el cual deberá comenzar de manera inmediata por aquellas zonas en las que, por la existencia de actividades contempladas en el artículo 6º, se consideren prioritarias. En estas zonas se deberá realizar el inventario definido en el artículo 3º en un plazo no mayor de ciento ochenta (180) días. Al efecto, las autoridades competentes deberán proveerle toda la información pertinente que el citado instituto le requiera. Las actividades descriptas en el artículo 6º, en ejecución al momento de la sanción de la presente ley, deberán, en un plazo máximo de ciento ochenta (180) días de promulgada la presente, someterse a una auditoría ambiental en la que se identifiquen y cuantifiquen los impactos ambientales potenciales y generados. En caso de verificarse impacto significativo sobre glaciares o ambiente periglacial, contemplados en el artículo 2º las autoridades dispondrán las medidas pertinentes para que se cumpla la presente ley, pudiendo ordenar el cese o traslado de la actividad y las medidas de protección, limpieza y restauración que correspondan.

Más detalles:
Acá, en la página de Greenpeace Argentina.