sábado, diciembre 24, 2005

Crónica de una gratitud


En un distendido viaje en auto con conversaciones sobre los temas de una típica charla de amigos, las sensaciones de ansiedad por llegar a la Escuela 1048 del paraje 115, en Garabato, se fueron incrementando a partir de la cercanía. Quizá la bisagra de saber que estaba lejos de casa se produjo en la estación de servicio de la entrada de Vera (a 730km de Buenos Aires), casi a la medianoche, cuando tuvimos el primer contacto con Mariel, la maestra de los tres grados superiores, quien nos iba a acompañar en la última parte del trayecto. En ese momento me sorprendió saber que todavía faltaban 100 kilómetros, de los cuales 80 eran de tierra... Tenía la impresión, y luego la certeza, de que nunca había conocido un lugar tan alejado de una ciudad, tan alejado de mi realidad; esa realidad que compartimos la mayoría de los argentinos que vivimos en grandes aglomeraciones de gente. Un cálido recibimiento del Director Miguel y su esposa Liliana hizo sentirme como en mi casa después del extenso viaje. El cielo estaba estrellado, increíble, como jamás había visto ni siquiera en rutas del Interior que recorro con frecuencia. Tanto la gente como el colegio me causaron una muy buena primera impresión ya que dentro de su condición de rural y con todas las limitaciones económicas que tienen, quedó claro que hay un esmerado trabajo por mantenerlo prolijo y limpio. No recuerdo haber dormido nunca en un lugar tan silencioso como este paraje de apenas 60 ó 70 casas.

A la mañana siguiente, mientras compartíamos unos mates, conocimos las aulas y las instalaciones del colegio. Unos viejos y deteriorados pupitres, juguetes desgastados por el uso de los chicos que año tras año pasan por el colegio y una notoria falta de útiles me mostraron las primeras necesidades. Pero además de todas las carencias que tienen, el problema del agua resulta principal: siete meses sin lluvia secaron la pequeña represa que acumula el agua, napas a grandes profundidades con agua salada y una precaria red de distribución son una realidad que los supera y que los obliga a depender de un suministro de dos veces por semana de unos 30.000 litros de agua para las 400 personas del paraje, que deben alcanzar no sólo para todo tipo de uso doméstico sino también para el riego de las huertas. A media mañana me sorprendí con la convocatoria de los alumnos del colegio, quienes acudieron en pocos minutos a los golpes que el director dio a la original "campana" de la escuela, hecha con un tramo de un oxidado riel de ferrocarril que ya no pasa. El cariño de todos los chicos, como también las frases de recibimiento, que estaban en los pizarrones, me hicieron sentir de una manera agradable, reconfortante.Entregamos zapatillas, golosinas y un par de pelotas de fútbol. Pareció muy poco para tanto afecto y agredecimiento recibido. También hubo un breve, simbólico y divertido partido de fútbol. Un recorrido de pocas cuadras alcanzó para ver todas las casas y una prolija capilla. Animales sueltos, algunos con problemas de alimentación y de crecimiento por tanta falta de agua completaban el paisaje del lugar. Llegó el almuerzo, llegó la sobremesa y la distensión. Pudimos relevar numerosas necesidades a las cuales intentaremos solucionar. Desde pares de medias para los chicos, purificadores de agua, máquina de coser, útiles escolares, comida y todos los etcéteras que quepan en nuestras posibilidades. A media tarde los chicos nos despidieron con una canción de agradecimiento. Ese agredecimiento también fue nuestro por tanto abrazo y tanto afecto recibido.Y de algo me quedó la gran certeza: que el esfuerzo y el tiempo dedicados son tan retribuidos que dan muchas más ganas de seguir adelante con nuestro proyecto. Siento que este emprendimiento tiene un gran objetivo: poder brindar a todos estos chicos muchas más herramientas que le permitan mejorar o ampliar su educación y su calidad de vida para que puedan, mañana, tener un mayor y mejor acceso a las fuentes de trabajo.

Por Fernando Kejval*
fernandokejval@yahoo.com.ar

*Crónica del primer viaje del Misura Rural.

martes, diciembre 20, 2005

El Misura Rural

Foto: by Walde PH. En la imagen: Pancho y Tatín junto a la Comunidad Educativa de Garabato, Provincia de Santa Fe.

Otra faceta del Misura, la de la solidaridad. En la imagen, en la Escuela Número 1048, de Garabato, Provincia de Santa Fe. El primer establecimiento que apadrinamos* a través de APAER. Con Walde, con Pancho, con Tatín, con Grazio, con Nito y con todos los que ocasionalmente se sumaron.

*Actualización: comprendió el período 2005-2010.

Nota:
Se publica hoy, 20 de diciembre, Día Internacional de la Solidaridad Humana, declarado por las Naciones Unidas en 2005.

Más sobre Misura:
En nuestro blog Misura, la Leyenda