miércoles, diciembre 04, 2019
Simón Rodríguez, Maestro
Por Eduardo Galeano
Predicó en el desierto y murió solo.
Simón Rodríguez, que había sido maestro de Bolívar, anduvo medio siglo por los caminos de América, a lomo de mula, fundando escuelas y diciendo lo que nadie quería escuchar. Un incendio se llevó casi todos sus papeles. Éstas son algunas de las palabras que sobrevivieron.
* Sobre la independencia:
Somos independientes, pero no libres. Hágase algo por unos pobres pueblos que han venido a ser menos libres que antes. Antes tenían un rey pastor, que no se los comía sino después de muertos. Ahora se los come vivos el primero que llega.
* Sobre el colonialismo mental:
La sabiduría de Europa y la prosperidad de los Estados Unidos son, en América, dos enemigos de la libertad de pensar. Nada quieren las nuevas repúblicas admitir, que no traiga el pase... ¡Imiten la originalidad, ya que tratan de imitar todo!
* Sobre el colonialismo comercial:
Unos toman por prosperidad el ver sus puertos llenos de barcos... ajenos, y sus casas convertidas en almacenes de efectos... ajenos. Cada día llega una remesa de ropa hecha, y hasta de gorras para los indios. En breve se verán paquetitos dorados, con las armas de la corona, conteniendo greda preparada «por un nuevo proceder», para los muchachos acostumbrados a comer tierra.
* Sobre la educación popular:
Mandar recitar de memoria lo que no se entiende, es hacer papagayos. Enseñen a los niños a ser preguntones, para que se acostumbren a obedecer a la razón: no a la autoridad como los limitados, ni a la costumbre como los estúpidos. Al que no sabe, cualquiera lo engaña. Al que no tiene, cualquiera lo compra.
Del libro 'Espejos' (2008). Siglo XXI Editores.
miércoles, noviembre 06, 2019
miércoles, octubre 02, 2019
martes, septiembre 03, 2019
Nuestros amigos
A 89 años de su nacimiento, Eduardo Galeano, inmortal escritor uruguayo, nos cuenta su mirada de otro amigo imperecedero, Diego Maradona.
Una celebración de la belleza.
jueves, agosto 08, 2019
Cuando Perú humilló a Hitler
El seleccionado peruano que asombró a todos en los Juegos Olímpicos de 1936, en Berlín, ante la mirada del Führer.
Eduardo Galeano -escritor uruguayo, mago de las palabras- se asombró al enterarse de aquella historia. Eran días en los que estaba escribiendo su estupendo libro "Espejos, una historia casi universal". No lo dudó: ese episodio debía ser incluido allí, entre esos textos en los que hablan los que no tienen voz, en los que los callados gritan su verdad mentida por la versión oficial.
Lo retrató así en una entrevista concedida en Uruguay, mientras La Celeste conmovía en el Mundial de Sudáfrica y en su casa de Montevideo un cartelito colgado en la puerta decía "cerrado por fútbol": “Hitler estaba frente al palco, en el sitial de privilegio del estadio en el partido entre Perú y Austria. Perú ganó 4-2 a pesar de que el árbitro, para quitarle disgustos al Führer, anuló tres goles peruanos. Los dirigentes de la época, la FIFA y el Comité Olímpico, se reunieron esa misma noche y anularon el partido. La delegación peruana, ejemplo de dignidad, se retiró de la competencia”. Entonces, también recordó que a aquel equipo sin olvido le decían "El Rodillo Negro", por su condición arrolladora y por el color de la piel de varios de sus integrantes.
El recuerdo de aquel partido en la voz y en las palabras del escritor uruguayo generó un entusiasmo enorme en Perú. Y también cierta polémica. Sucede que en el año 2000, una investigación llevada a cabo por el periodista Luis Carlos Arias Schreiber para la revista Don Balón Perú, señala que el partido fue anulado por la invasión de aficionados peruanos al campo de juego, que estos agredieron a jugadores austríacos y que, para colmo, los dirigentes peruanos llegaron tarde a la reunión a la cual fueron citados para ofrecer su descargo. En definitiva, lo mismo que la FIFA y el Comité Olímpico habían señalado en su momento, allá por 1936, cuando Hitler soñaba un imperio ario y esas dos entidades le dieron la posibilidad de organizar los Juegos Olímpicos. También en 2008, con la misma versión, se publicó el libro "Ese gol existe", editado por Aldo Panfichi y con el sello del Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú.
Aquel capítulo deportivo que habita en la memoria popular del Perú se disputó en el estadio Hertha, de Berlín, el 8 de agosto de 1936. Los sudamericanos se ganaron un lugar en las semifinales al imponerse por 4-2, luego de un arduo recorrido y tras remontar un 0-2 al cabo del primer tiempo. Pero hubo un reclamo austríaco. Decían ellos que habían sido agredidos por hinchas peruanos que habían invadido el terreno de juego. El detalle, más allá de versión oficial de la FIFA, parece curioso dentro de aquel contexto: en los días de Hitler (nacido en Braunau Am Inn, en tiempos del Imperio Austrohúngaro) aquella osadía de los simpatizantes peruanos se parecía demasiado a un imposible.
Sucede algo contradictorio en la versión oficial de la historia: la denuncia austríaca señala que las agresiones se produjeron entre el final del tiempo reglamentario y el inicio del suplementario. Sin embargo, sus futbolistas participaron del alargue sin quejas. Y en ese lapso llegaron los dos goles de la victoria sudamericana. Pregunta inevitable: ¿por qué no hubo protestas en el momento de las presuntas agresiones?
La FIFA les dio lugar a las broncas austríacas. Se concertó una reunión para las 9 de la mañana del día siguiente. Y según el documento oficial, los dirigentes peruanos llegaron recién a las 11, cuando la sesión ya se había levantado. Sin escuchar la versión de los peruanos, se decretó la repetición del encuentro para el lunes 10 de agosto. Para evitar ese atropello, Perú se retiró de la competición, a pedido de su Gobierno militar, a cargo del general Oscar Benavides. Y Austria accedió a las semifinales, a pesar de la humillación que habían sufrido en el campo de juego. Ya en esa instancia, el país de Hitler venció 3-1 a Polonia. En la final por el oro, Italia le ganó 2-1 en tiempo suplementario y se consagró. Benito Mussolini -líder de Italia- y Hitler, de algún modo, se colgaron las dos medallas más valiosas.
Los años treinta fueron de gloria para el fútbol peruano. Paricipó del Primer Mundial, disputado en Uruguay en 1930; ganó una de sus dos Copas América (en 1939, como local en Lima) y los Juegos Bolivarianos de 1938. Pero aquel partido ante Austria resultó un hito, "la historia de una dignidad", al decir de Galeano. Era la época de "El Rodillo Negro", bautizado como tal en 1935 tras una gira de Alianza Lima por Chile. Inicialmente, era el apodo de la delantera conformada por José María Lavalle, Adelfo Magallanes, Lolo Fernández, Alejandro Villanueva y José Cholo Morales. De ellos, Lavalle, Magallanes y Villanueva eran negros. Los dos últimos estuvieron bajo el cielo de Berlín ante Austria, en nombre de otra epopeya. Entonces, en días de la propaganda nazi, nada podía molestar más que el éxito de ellos en unos Juegos Olímpicos organizados para demostrar la pretendida superioridad aria.
Texto de Planeta Redondo publicado en Clarín.
Eduardo Galeano -escritor uruguayo, mago de las palabras- se asombró al enterarse de aquella historia. Eran días en los que estaba escribiendo su estupendo libro "Espejos, una historia casi universal". No lo dudó: ese episodio debía ser incluido allí, entre esos textos en los que hablan los que no tienen voz, en los que los callados gritan su verdad mentida por la versión oficial.
Lo retrató así en una entrevista concedida en Uruguay, mientras La Celeste conmovía en el Mundial de Sudáfrica y en su casa de Montevideo un cartelito colgado en la puerta decía "cerrado por fútbol": “Hitler estaba frente al palco, en el sitial de privilegio del estadio en el partido entre Perú y Austria. Perú ganó 4-2 a pesar de que el árbitro, para quitarle disgustos al Führer, anuló tres goles peruanos. Los dirigentes de la época, la FIFA y el Comité Olímpico, se reunieron esa misma noche y anularon el partido. La delegación peruana, ejemplo de dignidad, se retiró de la competencia”. Entonces, también recordó que a aquel equipo sin olvido le decían "El Rodillo Negro", por su condición arrolladora y por el color de la piel de varios de sus integrantes.
El recuerdo de aquel partido en la voz y en las palabras del escritor uruguayo generó un entusiasmo enorme en Perú. Y también cierta polémica. Sucede que en el año 2000, una investigación llevada a cabo por el periodista Luis Carlos Arias Schreiber para la revista Don Balón Perú, señala que el partido fue anulado por la invasión de aficionados peruanos al campo de juego, que estos agredieron a jugadores austríacos y que, para colmo, los dirigentes peruanos llegaron tarde a la reunión a la cual fueron citados para ofrecer su descargo. En definitiva, lo mismo que la FIFA y el Comité Olímpico habían señalado en su momento, allá por 1936, cuando Hitler soñaba un imperio ario y esas dos entidades le dieron la posibilidad de organizar los Juegos Olímpicos. También en 2008, con la misma versión, se publicó el libro "Ese gol existe", editado por Aldo Panfichi y con el sello del Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú.
Aquel capítulo deportivo que habita en la memoria popular del Perú se disputó en el estadio Hertha, de Berlín, el 8 de agosto de 1936. Los sudamericanos se ganaron un lugar en las semifinales al imponerse por 4-2, luego de un arduo recorrido y tras remontar un 0-2 al cabo del primer tiempo. Pero hubo un reclamo austríaco. Decían ellos que habían sido agredidos por hinchas peruanos que habían invadido el terreno de juego. El detalle, más allá de versión oficial de la FIFA, parece curioso dentro de aquel contexto: en los días de Hitler (nacido en Braunau Am Inn, en tiempos del Imperio Austrohúngaro) aquella osadía de los simpatizantes peruanos se parecía demasiado a un imposible.
Sucede algo contradictorio en la versión oficial de la historia: la denuncia austríaca señala que las agresiones se produjeron entre el final del tiempo reglamentario y el inicio del suplementario. Sin embargo, sus futbolistas participaron del alargue sin quejas. Y en ese lapso llegaron los dos goles de la victoria sudamericana. Pregunta inevitable: ¿por qué no hubo protestas en el momento de las presuntas agresiones?
La FIFA les dio lugar a las broncas austríacas. Se concertó una reunión para las 9 de la mañana del día siguiente. Y según el documento oficial, los dirigentes peruanos llegaron recién a las 11, cuando la sesión ya se había levantado. Sin escuchar la versión de los peruanos, se decretó la repetición del encuentro para el lunes 10 de agosto. Para evitar ese atropello, Perú se retiró de la competición, a pedido de su Gobierno militar, a cargo del general Oscar Benavides. Y Austria accedió a las semifinales, a pesar de la humillación que habían sufrido en el campo de juego. Ya en esa instancia, el país de Hitler venció 3-1 a Polonia. En la final por el oro, Italia le ganó 2-1 en tiempo suplementario y se consagró. Benito Mussolini -líder de Italia- y Hitler, de algún modo, se colgaron las dos medallas más valiosas.
Los años treinta fueron de gloria para el fútbol peruano. Paricipó del Primer Mundial, disputado en Uruguay en 1930; ganó una de sus dos Copas América (en 1939, como local en Lima) y los Juegos Bolivarianos de 1938. Pero aquel partido ante Austria resultó un hito, "la historia de una dignidad", al decir de Galeano. Era la época de "El Rodillo Negro", bautizado como tal en 1935 tras una gira de Alianza Lima por Chile. Inicialmente, era el apodo de la delantera conformada por José María Lavalle, Adelfo Magallanes, Lolo Fernández, Alejandro Villanueva y José Cholo Morales. De ellos, Lavalle, Magallanes y Villanueva eran negros. Los dos últimos estuvieron bajo el cielo de Berlín ante Austria, en nombre de otra epopeya. Entonces, en días de la propaganda nazi, nada podía molestar más que el éxito de ellos en unos Juegos Olímpicos organizados para demostrar la pretendida superioridad aria.
Texto de Planeta Redondo publicado en Clarín.
sábado, julio 06, 2019
Misura, Nosotros
Lo saben aquellos que una fría mañana de 1993, en la cancha 4 de la Ciudad Universitaria, le dieron comienzo oficial al deseo de compartir un equipo de fútbol entre amigos, con aquella derrota 2-0 ante el desaparecido Don Bosco. Como el capitán Panchito Alloco, Nito Zorzoli y Santiago Grazioli, héroes de los tiempos fundacionales. Como Rodrigo Cánovas, ese goleador que es leyenda en la UBA con sus más de 250 gritos. Como aquellos ya míticos integrantes de emergencia: TatínKejval, Viru Bernarda y Matu Labat, dueño de un curioso récord (un partido, dos goles y retiro precoz del fútbol). Como tantos otros egresados del San Román, ese colegio de Belgrano que fue el escenario del nacimiento.
Este equipo que merodeó por todos las categorías nunca fue campeón. Su mayor orgullo es el Título de Honor por su participación en el Master, un torneo relámpago al que se clasifican los tres mejores de cada división. Pero nunca nadie pensó en abandonar el Misura, más allá de la ausencia de vueltas olímpicas o de los varios descensos. Ni siquiera aquellos que perdieron espacio entre los titulares o entre los convocados. Sucede que el espíritu amateur no se rige por la lógica de los resultados. Cada uno sabe, en definitiva, que Misura es, fue y será una excusa para seguir siendo amigos. Apenas eso. Todo eso.
Texto publicado en Clarín, en 2007.
Más:
En nuestro Blog del Misura
sábado, junio 22, 2019
miércoles, mayo 08, 2019
"El aula murió"
Darío Sztajnszrajber -filósofo, docente, divulgador, crack de la palabra- y una reflexión muy valiosa respecto de estos tiempos de tecnologías y de avances que nos devoran y/o nos interpelan.
Un clase abierta para escuchar y, sobre todo, para pensar. Y para ofrecer y ofrecerse preguntas.
miércoles, abril 03, 2019
Para escuchar desde adentro
Mayra Arena, voz de los pobres, voz nacida y crecida en el barro, voz lúcida. Ella lo cuenta desde adentro, lo responde desde el alma: ¿qué tienen los pobres en la cabeza?
Para escuchar. Y volver a escuchar.
Para reflexionar.
Para aprender.
domingo, marzo 03, 2019
Berta Cáceres, presente
La madrugada del 3 de marzo de 2016, Berta Cáceres -militante pertinaz en nombre del medio ambiente- fue asesinada en La Esperanza, Honduras.
El crimen confirmó lo que Amnistía Internacional había señalado anteriormente: que Honduras es el país del mundo con el mayor número de asesinatos per cápita de defensores de la tierra y el medioambiente.
Este es un breve documental realizado en 2016 para la campaña "Defensoras de la Madre Tierra" como un homenaje para Berta Cáceres.
Para ella, que sigue viva en la lucha que otros continúa. Hoy y siempre.
miércoles, febrero 06, 2019
La lectura como resistencia
Benito Taibo comparte cómo nació su amor por la lectura y cómo es que ello lo llevó a convertirse en escritor.
Sus palabras, en esta charla TED, son puertas que se abren...
jueves, enero 10, 2019
Los mundos del revés
Eduardo Galeano, siempre un espacio de reflexión para entender tanto mundo al revés, tanta memoria ausente, tantas injusticias naturalizadas, tantas trampas escondidas...
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