Tartagal. Inundaciones de 2006. Causa: los desmontes.
En Tartagal, Salta, Argentina, pasa esto según cuenta Gustavo Ruiz, corresponsal del diario Clarín en la provincia: "La ciudad vuelve a ser el escenario de un desastre generado por la naturaleza. Esta vez, un alud de lodo provocado por lluvias torrenciales arrasó con viviendas y vehículos en los barrios de la zona sur de la ciudad. Las autoridades buscan en forma desesperada a dos mujeres, mientras que son más de 500 los evacuados".
Las causas, aunque se pretendan esconder, son conocidas: "Greenpeace denunció este lunes que las actuales inundaciones en el norte de la provincia de Salta, como sucediera también en el año 2006, son consecuencia directa del irracional proceso de destrucción al que se encuentran sometidos los últimos bosques nativos argentinos por la falta de una política firme contra los desmontes.
Salta es una de las provincias con mayores niveles de deforestación del país. Según datos de la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación, entre 1998 y 2002 la superficie deforestada en la provincia fue de 194.389 hectáreas, mientras que entre 2002 y 2006 se duplicó la superficie desmontada, alcanzando las 414.934 hectáreas.
La zona cercana a la ciudad de Tartagal es una las más afectadas por los desmontes para la ampliación de la frontera agrícola. Además, padecen los impactos de la explotación maderera sin control, que abre caminos en sus cerros en los que múltiples aserraderos ilegales irrumpen para robar madera y deteriorar sin pausa la estructura del bosque.
'La gran cantidad de desmontes para producir soja que se realizaron en los últimos años en la provincia de Salta en los alrededores de Tartagal son una de las principales causas de estas inundaciones. Las altas precipitaciones, sumadas a la pérdida de cobertura vegetal, incluso casi a la vera de los ríos, generaron un verdadero cóctel destructivo', señaló Hernán Giardini, coordinador de la campaña de Bosques de Greenpeace.
Sin la vegetación propia del lugar, la estructura de las laderas se vuelve cada vez más inestable. Sin retención suficiente, se acelera el escurrimiento superficial. Con poca retención y excesivo escurrimiento, las crecidas no se regulan. Con grandes crecidas, no hay puente ni camino que resista. El ecosistema es dinámico y se repone, pero ante la explotación descontrolada muchas veces no tiene capacidad de cicatrización para mitigar el impacto de copiosas lluvias en tan escaso tiempo".