martes, julio 31, 2007

Reflexiones sobre la desigualdad

Lo que sigue es una texto de Aldo Neri, ex Ministro de Salud, publicado en Clarín, el 31 de julio de 2007. Se titula: "Modos y modas de la desigualdad". Para leer y reflexionar:

"La moda siempre se apoya en aparatos teóricos bien articulados, y también responde, explicita o implícitamente, a una ideología, en cuanto ella es una manera de concebir la sociedad. Además, las modas coexisten, no siempre son secuenciales, y algunas ostentan larga vitalidad y respaldo.
Como producto natural de cada moda se desprende la política social. Y esta se expresa en la pauta distributiva, que avanza a la par de la otra pata de la economía, la política productiva. La primera tiene como instrumentos a los criterios de retribución a los factores de la producción, a la recaudación de recursos por parte del estado y a la estructura del gasto público social.
Una moda fuerte en los años 80 y 90 fue la idea de que este gasto social constituía el canal privilegiado de redistribución del ingreso y beneficios, y que no había que manipular los impuestos porque desalentaba la voluntad de los ricos en invertir. De allí sigue la preocupación por maximizar la eficacia del gasto social focalizándolo en los más pobres, y también la discrecionalidad que nutre a todos los pelajes del clientelismo.
Uno de los errores de esta moda se evidencia en el comportamiento de los inversores. La experiencia muestra que, más que el horror a los impuestos, los ahuyenta la falta de garantía jurídica, la discontinuidad de las políticas y la existencia de mercados inestables. Algo para reflexionar observando la inversión baja con crecimiento alto de los últimos años.
Otro error es la incomprensión de que tener una política para pobres y otra para los demás profundiza y cristaliza la desigualdad, y deshilacha los lazos para una mayor cohesión social.
Pero hay otras modas. Como la convicción del actual gobierno de que el crecimiento recompondrá íntegramente nuestro destartalado mercado de trabajo asalariado tradicional, a través del cual se derramará el grueso de la protección social. Gobierno autista de un país periférico, ignora los cambios que la modernidad ha impuesto en los sistemas productivos, los vínculos entre países, y en la entraña del trabajo humano.
Una consecuencia de tales cambios es la expansión del empleo informal, que más allá de su agravamiento en las crisis y su mejoría posterior, tiende a mostrarse como un componente estructural del mercado de trabajo. A lo que se agrega, en la experiencia argentina, la mala noticia de que la pobreza se encuentra más asociada a la informalidad que al desempleo.
Tal evolución delimita en el margen grupos de seres humanos con alta frustración de vida y de difícil recuperación, porque su problema excede largamente la sola insuficiencia de ingreso. De lo dicho se deducen algunas consideraciones que merecen énfasis:
Entendido que no existen proyectos económicos o sociales puros, sino que se relacionan dialécticamente, se comprende la necesidad de políticas integradas. Redistribución es mucho más que ingreso monetario. Entonces, aparecen dilemas como ¿inversión en caminos o en ferrocarriles? Cierto, se necesita todo, pero ¿cuánto de cada uno? O infraestructura urbana para barrios de jugoso negocio inmobiliario vs. donde viven los muchos sin voz. O promoción del empleo en las pymes vs. subsidio a las empresas amigas del poder.
Además, ciertos beneficios (son derechos) deben ser iguales para pobres, ricos e intermedios, estén en la economía formal o informal: acceso y calidad del servicio educativo y de salud, prestaciones económicas básicas de la seguridad social (asignación familiar, jubilación, desempleo, discapacidad). Sino, ¿qué quiere decir cohesión social, además de cantar el himno juntos?
Y lo que también quiere decir es que cada quien paga sus impuestos con mayor relación con lo que gana, o con sus gustos suntuarios. Quedará un resto de políticas ahora sí focalizadas, para situaciones especiales que no pueden ser resueltas con una estrategia universalista. La realidad o ficción del progresismo ya no la dan los rótulos ideológicos o partidarios históricos, sino la transparencia de las propuestas".